El acné vulgar es una enfermedad inflamatoria crónica de la unidad pilosebácea, de comienzo súbito o lento, de etiología multifactorial en la cual interactúan múltiples factores cómo el estímulo hormonal, hipertrofia de glándulas sebáceas con producción excesiva de sebo, hiperqueratinización folicular anormal y colonización por Cutinebacterium acnes, liberación de mediadores inflamatorios en la piel; sumado a factores nutricionales y genéticos. Presenta un impacto psicológico, físico y social.
Esta afección suele coincidir con el inicio de la pubertad, presentando una edad de aparición entre los 12 a 12 años en niñas y 13 a 14 años en niños. La mayor prevalencia de acné ocurre en la adolescencia, donde se puede diagnosticar en el 85% de los adolescentes entre los 10 y 25 años. Sin embargo, el acné puede persistir o desarrollarse de nuevo en la adultez. Durante la adolescencia es más prevalente en varones y en la adultez predomina en mujeres.
Dentro de las manifestaciones clínicas se encuentran las lesiones no inflamatorias o de retención (comedones abiertos y cerrados); lesiones inflamatorias superficiales como pápulas y pústulas; lesiones inflamatorias profundas como los nódulos, pseudoquistes y sinus.
También pueden presentarse lesiones seculares o cicatrices, dentro de las que encontramos las cicatrices atróficas, y en menor frecuencia, cicatrices hipertróficas o queloides.
Un correcto diagnóstico y tratamiento individualizado es necesario para prevenir las lesiones seculares.
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